Contra todo pronóstico, quizá hasta el nuestro, Criticismo cumple diez años. Seamos sinceros: si alguien, en 2012, nos hubiera dicho que íbamos a llegar hasta acá, se lo habríamos agradecido, pero tal vez lo habríamos dudado. Las revistas literarias son proyectos frágiles, frecuentemente efímeros y que se abandonan fácilmente. El compromiso y la constancia que requieren no son su menor virtud. Y aquí está Criticismo, una década y cientos de reseñas después. Nació con una vocación muy clara: ser exclusivamente una revista de crítica, algo común en otras lenguas, pero no en español. Pretendía, además, reivindicar un género literario menor, la reseña, no siempre cultivado como tal y cada vez más arrinconado en periódicos y revistas. A contracorriente de lo que ya ocurría en la red hace diez años y que no ha hecho sino aumentar, tomaba partido sin ambages por la palabra escrita, la lectura detenida y la reflexión elaborada.
Criticismo es ante todo una revista literaria, de crítica literaria, y como tal postula implícitamente una idea de la misma (y a veces explícitamente, como aquí y acá). No es uniforme ni monolítica, sino diversa y plural (sin pretender ese eclecticismo que todo lo admite), como diversos y plurales son los intereses y las ideas de sus colaboradores. Procura una base común: un genuino amor por la literatura per se, que no la subordina a una causa ideológica; una propensión al entusiasmo –al entusiasmo razonado de la crítica, claro está–, que busca compartirse, sin renunciar al reparo de aquello que no se considera logrado o con lo que se disiente; un respeto por la forma, la prosa en que se escribe la crítica, que busca desmerecer lo menos posible de la literatura misma, pues la literaria es la única crítica que utiliza el mismo instrumento que su objeto, las palabras. Dicho sea de paso y por si hiciera falta aclararlo, no concebimos la crítica como lo opuesto a la creación, sino como su complemento, convencidos de que apenas hay autor moderno de relevancia que no haya sido al mismo tiempo un crítico, que la creación es subyacentemente crítica y que la crítica tiene una función creadora.
Las revistas de crítica son, casi por definición, minoritarias. ¿A quién le interesa leer una reseña sobre un libro o una película? No solo a alguien que simplemente disfruta la literatura o el cine, sino que lleva ese gusto algo más lejos y desea orientarlo, descubrir obras desconocidas, enterarse de las novedades y confrontar sus propias opiniones y preferencias con las de otros, discutir, participar de una conversación más amplia sobre los autores y sus creaciones. La red ha permitido que el reducido público al que solía llegar una revista literaria se multiplique. La cifra cercana al cuarto de millón de usuarios de Criticismo –la mayoría de ellos en México, España, Colombia, Estados Unidos y Argentina, cumpliendo así su original aspiración panhispánica– ya no parece tan minoritaria. La literatura y la crítica lo serán siempre, pero esas felices minorías pueden ahora ser mayores.
La última década ha visto acelerarse una serie de cambios en los periódicos, revistas y suplementos (incluidos los literarios): en primer lugar, el predominio de la lectura en línea y, en consecuencia, la progresiva marginalización, si no extinción, del impreso; en segundo, la preeminencia de las imágenes, los videos y otros recursos auditivos o visuales (basta echar un vistazo a las páginas de internet de diversos medios). Sobre este último aspecto, Criticismo se ha complacido en llevar la contraria. Desde su ascético diseño de solo texto en blanco y negro –en sí mismo una declaración de principios– le ha apostado todo a la palabra escrita y no tiene intención de cambiar. Criticismo es una revista exclusivamente de letras que no se avergüenza de serlo. Sobre el primer aspecto, ya hace diez años estaba claro que el presente de las revistas, no se diga el futuro, era digital y por ello la opción lógica era nacer y circular en la red. Y, sin embargo, a la mitad del camino, en otro gesto de gozoso anacronismo, Criticismo sacó una edición semestral impresa, con la misma sobriedad gráfica del sitio en la red, que se distribuye local y gratuitamente en librerías en México (y que puede descargarse en esta misma página). Concebida desde un principio como un complemento de la edición digital, con ella Criticismo es una revista global y virtual, en línea, y local y material, impresa.
Hemos aludido a otro punto importante de nuestra identidad: Criticismo es totalmente gratuita, digital e impresa, y sus lectores nunca han pagado ni pagarán un centavo. Criticismo es, además, una revista absolutamente independiente, sin afán de lucro, que se financia a sí misma y que nunca ha recibido apoyos públicos o privados. Todos quienes han escrito en ella, y a quienes desde aquí agradecemos, lo han hecho de manera generosa y desinteresada, por amor al arte o, más bien, a la crítica o, mejor aún, al arte de la crítica: un pequeño gesto subversivo en medio de la lógica arrolladora del mercado.
Criticismo nació como una revista orientada a que jóvenes críticos hicieran aquí sus primeras armas, y no es la menor de sus satisfacciones que decenas hayan debutado en sus páginas y lo sigan haciendo. Varios de los primeros son hoy críticos solventes y maduros, y seguramente se les irán uniendo más. Criticismo continúa hoy buscando nuevos reseñistas, pero al mismo tiempo ha ampliado su arco generacional y actualmente conviven en ella críticos que nacieron en la década de los sesenta con adolescentes de la primera década del siglo XXI, mostrando que las diferencias generacionales son secundarias cuando se tiene algo más importante en común: el genuino amor por la literatura y el cine.
Como toda revista literaria, en especial de crítica, Criticismo es un reflejo de su tiempo. Da cuenta inmediata de lo que se escribe ahora y tiene un compromiso ineludible con el presente, pero procura un sentido del pasado y la historia. Busca tener una perspectiva amplia, situando las obras actuales en el marco de la tradición. Está centrada en lo que se escribe en español, pero, convencida de la Weltliteratur, está atenta a lo escrito en otras lenguas, que reseña en traducción o el original. Frente a los grandes conglomerados editoriales –responsables en buena medida de la excesiva comercialización y consecuente banalización de lo literario–, dedica especial atención a los esfuerzos pequeños e independientes, para los que la literatura no es solo un objeto más del mercado.
El mundo hispánico y México en particular poseen una rica tradición de revistas literarias. En el primero habría que mencionar a la Revista de Occidente, Sur, Orígenes, Vuelta. En el segundo, el ejemplo pionero en el siglo XIX de El Renacimiento, la Revista Azul y, ya entre siglos, la Revista Moderna; en el siglo XX, México Moderno, Contemporáneos, la Revista Mexicana de Literatura, Vuelta, Nexos y Letras Libres (estas últimas abarcando hasta el XXI); por no mencionar las revistas que dependían de un periódico, universitarias o institucionales, también relevantes: Plural, La Jornada Semanal, la Revista de la Universidad, La Palabra y el Hombre, Diálogos, Biblioteca de México. Una empresa modesta como Criticismo, revista únicamente de crítica, no habría sido posible sin su antecedente y su ejemplo.
En la ya prolongada transición de lo impreso a lo digital, las revistas literarias –la prensa toda– viven momentos difíciles acelerados por la pandemia. A diferencia de lo que ocurre con el libro por diversas razones (y al que también algún día alcanzará el futuro), los periódicos y las revistas impresos tienen sus días contados. Podrán sobrevivir, como un apéndice algo nostálgico de la edición digital o, en el caso de las revistas, si están muy bien hechas materialmente, como un objeto casi artesanal que se desea tener, pero eso ya es coleccionismo. ¿Significa esto el apocalíptico final de la cultura de la revista literaria? No necesariamente. Significa su mudanza, su transformación, su renovación. Las ventajas y las posibilidades que ofrece la tecnología en ese sentido son enormes. Lo que no debe perderse de vista es que, si la revista ha de seguir siendo realmente literaria, lo importante será la calidad del texto, y que no hay diseño vanguardista, interfaz novedosa o recurso tecnológico que redima la falta de pensamiento crítico, la ignorancia o la mala prosa.
En este número de décimo aniversario, el lector encontrará algunos retoques y mejoras en el diseño de la página, todos encaminados a hacerla más legible y facilitar su navegación. Más importante, encontrará el compromiso renovado de seguir haciendo crítica, más madura y lúcida, y continuar siendo un espacio para quienes apenas se inician en sus tareas. Hace diez años formulamos un voto: “Criticismo está en busca de cómplices, hombres y mujeres que compartan con quienes lo integran esa misma pasión. Ojalá sean ustedes, lectores, parte de ellos; ojalá Criticismo sea parte de ustedes”. Hoy lo reformulamos: sigan siendo parte de nosotros; Criticismo quiere seguir siendo parte de ustedes.
Enero, 2022
Publicado en https://criticismo.com/editorial-5/